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Él le habla de su mujer. Ella no muere, la mata. Una y cien mil veces, macabra. Y si la dormimos para siempre? Y si la violamos de mil maneras? Y si nos comemos su alma?. A mi me mata el terreno, discontinuo.
Ésto no es lo que era. Una vez dibujó sus pensamientos. Cuando los remarcó habían desaparecidos.
Se deshace en la boca, lo posee y lo acaba. Hay más cosas por las cuales preocuparse.
Ella desea a todos, que todos sean lujuria en comunión con ella. Los parte en tres, siempre es buena fracción. Los pisa, los utiliza sádicamente. Desfachatada.
La gente opina y la cree perversa. Ella se sonrie, obteniendo cumplidos. Objetivos.
La gente me mira porque a veces soy Oriental. O porque a veces amo en voz alta. O porque soy alta y camino derecha. O porque soy un monstruo.
La gente me mira porque es gente, y yo soy no niña, no niño. Soy.
Yo los miro porque me intrigan, o porque los adoro o porque los aborrezco en fracciones de segundos. Yo deseo sus miradas para contestarlas con desprecio. A veces odio.
Amo a mi bajo porque se deja conocer por mí. Cada día llego a más, es el punto más débil. Mi hombre, mi otro hombre. El otro, del otro, del otro. Ninguno de los tres existen. Por eso son.
Estos son escritos para que no te gusten.
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